lunes, 20 de septiembre de 2010

kevin mitnick

Como hacker, la carrera de Kevin Mitnick comenzó a los 16 años, cuando obsesionado por las redes de computadoras rompió la seguridad del sistema administrativo de su colegio, pero no para alterar sus notas; lo hizo "solo para mirar".
Su bautizo como infractor de la ley fue en 1981. Junto a dos amigos, entró físicamente a las oficinas de COSMOS, de Pacific Bell. COSMOS (Computer System for Mainframe Operations) era una base de datos utilizada por la mayor parte de las compañías telefónicas norteamericanas para controlar el registro de llamadas. Una vez dentro de las oficinas obtuvieron la lista de claves de seguridad, la combinación de las puertas de acceso de varias sucursales y manuales del sistema COSMOS. La información robada tenía un valor equivalente a los 200.000 dólares.
Fueron delatados por la novia de uno de los amigos y, debido a su minoría de edad, una Corte Juvenil lo sentenció a tres meses de cárcel y a un año bajo libertad condicional. Luego de cumplido el periodo de tres meses el oficial custodio encargado de su caso encontró que su teléfono fue desconectado y que en la compañía telefónica no había ningún registro de él.
Sus objetivos iban creciendo a cada paso, y en 1982 entró ilegalmente, vía módem, a la computadora del North American Air Defense Command, en Colorado. Antes de entrar alteró el programa encargado de rastrear la procedencia de las llamadas y desvió el rastro de su llamada a otro lugar.
Un año más tarde fue arrestado de nuevo cuando era estudiante de la Universidad del Sur de California. En esta ocasión entró ilegalmente a ARPAnet (la predecesora de Internet) y trato de acceder a la computadora del Pentágono. Lo sentenciaron a seis meses de cárcel en una prisión juvenil en California.
En 1987, luego de tratar de poner su vida en orden, cayó ante la tentación y fue acusado, en Santa Cruz California, de invadir el sistema de la compañía Microcorp Systems. Lo sentenciaron a tres años de libertad condicional y tras la sentencia su expediente desapareció de la computadora de la policía local.
Posteriormente buscó trabajo en lo que mejor sabia hacer y solicitó empleo en el Security Pacific Bank como encargado de la seguridad de la red del banco. El banco lo rechazó por sus antecedentes penales y Mitnick falsificó un balance general del banco donde se mostraban pérdidas por 400 millones de dólares y trató de enviarlo por la red.
Ese mismo año inició el escándalo que lo lanzó a la fama. Durante meses observó secretamente el correo electrónico de los miembros del departamento de seguridad de MCI Communications y Digital Equipment Corporation para conocer cómo estaban protegidas las computadoras y el sistema telefónico de ambas compañías; luego de recoger suficiente información se apoderó de 16 códigos de seguridad de MCI y, junto a un amigo, Lenny DiCicco, entraron a la red del laboratorio de investigaciones de Digital Corporation, conocida como Easynet. Ambos hackers querían obtener una copia del prototipo del nuevo sistema operativo de seguridad de Digital, llamado VMS. El personal de seguridad de Digital se dio cuenta inmediatamente del ataque y dieron aviso al FBI, y comenzaron a rastrear a los hackers.
Mitnick fue un mal cómplice y, a pesar de que habían trabajado juntos, trató de echarle toda la culpa a DiCicco haciendo llamadas anónimas al jefe de éste, que trabajaba en una compañía de software como técnico de soporte. Lleno de rabia y frustración, DiCicco confesó todo a su jefe, que los denunció a Digital y al FBI.
Mitnick fue arrestado en 1988 por invadir el sistema de Digital Equipment. La empresa acusó a Mitnick y a DiCicco ante un juez federal de causarles daños por 4 millones de dólares en el robo de su sistema operativo. Fue declarado culpable de un cargo de fraude en computadoras y de uno por posesión ilegal de códigos de acceso de larga distancia.
Adicional a la sentencia, el fiscal obtuvo una orden de la Corte que prohibía a Mitnick el uso del teléfono en la prisión alegando que el prisionero podría obtener acceso a las computadoras a través de cualquier teléfono. A petición de Mitnick, el juez lo autorizó a llamar únicamente a su abogado, a su esposa, a su madre y a su abuela, y solo bajo supervisión de un oficial de la prisión.
Este caso produjo revuelo en los Estados Unidos, no solo por el hecho delictivo sino por la táctica que utilizó la defensa. Su abogado convenció al juez de que Mitnick sufría de una adicción por las computadoras equivalente a la de un drogadicto, un alcohólico o un apostador. Gracias a esta maniobra de la defensa Mitnick fue sentenciado a solo un año de prisión, y al salir de allí debía seguir un programa de seis meses para tratar su "adicción a las computadoras".
Durante su tratamiento le fue prohibido tocar una computadora o un módem, y llegó a perder más de 45 kilos.
Para 1991 ya era el hacker que había ocupado la primera plana del New York Times y uno de sus reporteros, John Markoff, decidió escribir un libro de estilo Cyberpunk narrando las aventuras de Mitnick. Al parecer, a Mitnick no le gustó el libro, ya que luego de salir a la venta, la cuenta en Internet de Markoff fue invadida, cambiando su nivel de acceso, de manera que cualquier persona en el mundo conectada a Internet podía ver su correo electrónico.
En 1992, y tras concluir su programa, Mitnick comenzo a trabajar en una agencia de detectives. Pronto se descubrió un manejo ilegal en el uso de la base de datos y fue objeto de una investigación por parte del FBI, quien determinó que había violado los términos de su libertad condicional. Allanaron su casa pero había desaparecido sin dejar rastro alguno. Ahora Mitnick se había convertido en un hacker prófugo.
El fiscal no estaba tan equivocado cuando pidió la restricción del uso del teléfono. También en 1992, el Departamento de Vehículos de California ofreció una recompensa de un millón de dólares a quien arrestara a Mitnick por haber tratado de obtener una licencia de conducir de manera fraudulenta, utilizando un código de acceso y enviando sus datos vía fax.
Tras convertirse en prófugo de la justicia, cambió de táctica y concluyó que la mejor manera de no ser rastreado era utilizar teléfonos celulares. De esta manera podría cometer sus fechorías y no estar atado a ningún lugar fijo. Para ello necesitaba obtener programas que le permitieran moverse con la misma facilidad con que lo hacía en la red telefónica.
Luego de varios intentos infructuosos en cuanto a calidad de información, se encontró con la computadora de Tsutomu Shimomura, la cual invadió en la Navidad de 1994. Shimomura, físico computacional y experto en sistemas de seguridad del San Diego Supercomputer Center, era además un muy buen hacker, pero era de los "chicos buenos", ya que cuando hallaba una falla de seguridad en algún sistema lo reportaba a las autoridades, no a otros hackers.

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